domingo, octubre 28, 2012

Y pasó el verano y llegó el otoño

Hace ya cinco meses que no publico en el blog, a veces por estar demasiado liada y otras porque a pesar de tener cosas que compartir no tengo el mejor estado de ánimo para hacerlo. El verano pasó rápido, hicimos muchas cosas: aprender a montar en bici, la primera feria de atracciones (les encantó y casi no los saco de allí), visitas a los abuelos, playa, alguna excursión con los amigos, estar con los primos (o mejor con el primo Néstor) y los tíos, cine, exposición de playmobil y animales, ... Luego llegó septiembre y el jaleo del comienzo de curso para ellos, para mí se retrasó algo más porque estuve quince días en el paro hasta que me llamaron de nuevo (la crisis es la crisis, con sus recortes varios) y otra vez a la carretera.

Daniel está genial, la última revisión fue en agosto y ya irá cada seis meses a un control. Ha engordado un poquito y está hecho un gamberro, le encanta molestar a su hermano y desafiar a su madre. Le costó un poco volver al cole, como a todos supongo, se apuntó a teatro como actividad extraescolar en el cole y está encantado.

Pablo ya lleva el mismo número de zapato que yo, y dentro de nada me sobrepasará en estatura. Al poco de empezar el cole me dice: "Creo que en verano he perdido el conocimiento mamá" " ¿Y eso por qué?" "Porque como no he estudiado tanto ya se me ha olvidado". Los primeros días de cole estaba tan nervioso que no podía quedarse dormido. Pasó unos días con ideas angustiosas, lo oía llorar en su cama y cuando me acercaba a preguntarle me contaba que no podía quitarse de la cabeza que a mí me podía ocurrir algo y que si yo moría él lo iba a pasar mal. Tenía que consolarlo hasta que se tranquilizaba y se dormía. Supongo que han sido los cambios de empezar el curso, me apenaba verlo así y tuve que "prometerle" que no me iba a pasar nada, y a la misma vez le dije que todos teníamos que morirnos algún día, que yo esperaba que fuera muy tarde cuando fuera viejecita.



Ya están integrados a la rutina, y yo me he acostumbrado algo a los horarios y a los desplazamientos al trabajo que suponen dos horas todos los días. Este año he decidido tomármelo con más calma, mi nivel de estrés ya estaba bastante subidito de tono y mi salud un poco resentida por ello. En mi tiempo libre me dedico a tejer porque me relaja y el planificar nuevos proyectos me mantiene activa de otro modo. Leí no hace mucho que es otra manera de meditar y me dedico a ello unos minutos cada día en busca de mi "equilibrio interior".