martes, diciembre 13, 2011

Alergia a los puentes

Muy a mi pesar estoy comenzando a pensar en que soy alérgica a los puentes como el de la semana pasada, más bien el acueducto de una semana en la que trabajé el miércoles y el viernes solamente. Y es que el del mes de octubre, en el que además del 12 de octubre, festivo nacional, nos "regalaron" el día 10 (un lunes) porque era festivo local en el municipio donde trabajo, y el jueves ya no pude ir a trabajar por una laringofaringitis galopante. La baja médica me duró un mes, sí, un mes, del que estuve casi dos semanas sin poder hablar dignamente y con dolor de garganta. Muchos se alegrarían de estar de baja, siempre que fuera una dolencia poco grave me imagino, pero me pasé las dos primeras semanas yendo a médicos: el de cabecera, el inspector médico, la otorrino, vuelta al médico de cabecera, la vacuna de la gripe de los bajitos (espaciadas en dos días porque no tenían suficientes dosis el día en que fui), etc.

Yo que nunca me pongo enferma, si no es por mis habituales lumbalgias (todavía no he cogido una baja en mi vida por ese motivo), terminé hasta la coronilla de tanta visita médica y estaba deseando incorporarme al trabajo. Después de visitar al segundo otorrino, dado que la primera me había recetado unas vitaminas, un mucolítico y unos pinchazos de corticoides y no había mejorado demasiado, porque me preocupaba bastante la posibilidad de nódulos en las cuerdas vocales; y luego de salir con un antihistamínico, con un enjuague oral, unas pastillas homeopáticas y la tranquilidad de que no habían tales nódulos instalados en mis cuerdas vocales; a la semana estaba de nuevo en la batalla.

Le comenté al inspector médico que no las tenía todas conmigo, seguía sintiendo molestias y dolor en garganta y oídos aunque no de manera continua; pero me comentó que siempre cabía la posibilidad de pedir nuevamente la baja (imagínense el desbarajuste que puede ser esto para un centro educativo en el que llaman a un sustituto cuando llevas casi una semana sin ir el profesor/a o nunca llega) y que me aconsejaba comprarme un amplificador de voz (no es necesario decir el cachondeo que podría formarse e un aula con treinta alumnos/as si aparezco con un micrófono en mi cara y una "cajita" con altavoces a la cintura).

He aguantado hasta el segundo puente, esta vez no tengo baja, ¿para qué? Me quedan unos 9 días de infarto, con notas, reuniones, exámenes y trabajos de última hora, alumnos descontentos con su nota y otros que siguen en las mismas después de tres meses, padres que se quejan porque ya no saben que hacer con sus hijos/as (¿y yo que tengo treinta en el aula qué hago?), recogida de notas con más "charlas" con los padres, y todavía no han terminado las clases con los alumnos. Mi casa parece un botiquín, el médico me dice que me cuide y que haga reposo de la voz, mi sentido común también me lo susurra al oído, pero el "deber" personal y profesional con mi trabajo hace que tire un poquito más. Espero durar hasta el jueves que viene, luego si a mi familia le hablo en el lenguaje de signos no pasa nada, para eso estoy de vacaciones, para recuperarme del trabajo (cuando mi vecina me vuelva a decir que vivo de p* m* porque tengo muchísimas vacaciones también le diré algo en el lenguaje de signos ;) ).

1 comentario:

  1. Anónimo7:49 p. m.

    Como hija de docentes te entiendo perfectamente. En cuanto a la vecina, un buen estiramiento del dedo corazón le dejará bastante clarito lo que te importan sus opiniones. Espero que tú y los bajitos hayan pasado unas buenas Navidades.

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