Casi llevo una semana de vacaciones, el lunes pasado fue mi último día en el instituto, aunque el cese tenía fecha del viernes por lo que no me pagarán el fin de semana, aunque estuviese corrigiendo exámenes extraordinarios :( Esta semana ha pasado muy despacio, acostumbrada al trote del trabajo y los niños, el no tener que ir a trabajar por las mañanas ha sido un descanso. Hasta los bajitos se han estado levantando más tarde, aunque también se acuestan más tarde por las noches, entre que el sol se pone más tarde y el calorcito no tienen sueño tan pronto.

Pablo se pasa toda la tarde diciendo "No es muy tarde mamá", a lo que le contesto "No Pablo, no es muy tarde", él replica "Hoy no se va hacer muy tarde"; "Pablo, todos los días se hace de noche", "Si, pero hoy no". Estamos así un rato, él un poco mosca y yo explicándole que tiene que dormir porque todos las noches crece un poquito y se hace más grande. Está empeñado en ir a su nuevo cole, el "cole de los niños grandes", para jugar al fútbol. Algunas tardes me dice que lo tengo que llevar y me canso de explicarle que ahora hay vacaciones y está cerrado, que cuando abra ya lo llevaremos y podrá jugar con otros niños, etc. Está bastante motivado, veremos en Septiembre si sigue con la misma alegría cuando haya que empezar. Hasta a su hermano le explica que él no puede ir porque es pequeñito, que cuando crezca podrá ir al mismo colegio que él. Las conversaciones con Daniel son una gozada, esta tarde cuando veníamos de casa de Menchu (una amiga con dos niños también) y Daniel se quería quitar las zapatillas le decía "Daniel, no te quites los zapatos que ya vamos a llegar a casa", supongo que Daniel lo entenderá, ahora, hacerle caso creo que no.

Daniel está bastante "peleón", tiene mucho carácter y como quiera algo y no se lo den se pone a llorar y no para en un buen rato. Por ejemplo, cuando le doy de comer quiere una cuchara para él, para jugar con la comida o comer solo; los primeros días que la pedía y no se la daba practicamente no comía, la perreta le podía durar diez minutos, evidentemente no se la daba hasta que se tranquilizaba, después se le pasaba todo. Es algo caprichoso el bajito, esperamos enfocarlo bien, que éste es de armas tomar. Entre ellos no se llevan mal, me encanta verlos jugar juntos, correr uno detrás del otro, Daniel se echa encima de Pablo y éste se ríe (hasta que medio lo aplasta y se lo saca de encima), otras veces es Pablo el que le da un beso o un achuchón a Daniel "pequeño roedor", "este es mi hermanito" y otras frases cariñosas le escuchamos a menudo. Pero Daniel tiene la mano larga y se le escapa con frecuencia unas tortas a su hermano, en la cabeza, pellizcos en el cuello y la cara. El pobre Pablo aguanta estoicamente cuando puede le dice "Malo" (nunca me ha gustado decirle eso a un niño, pero empezamos con el chiste de "eres malo malayo" y decir "mira el malo" en los dibujos, que Pablo se quedó con la palabrita y ahora se la canta al hermano continuamente) tanto que una de las primeras palabras de Daniel ha sido "mao" (malo).

Cuando es Pablo él que molesta a Daniel, además de llamarlo malo, éste viene a donde estamos o llora señalando al hermano con su dedito, así no puede escurrir el bulto Pablo, que termina confesando que ha hecho algo que molestaba a su hermano. Ahora Daniel se pasa todo el rato hablando, llama a su hermano "Pao" o "Pabo", a su madre "amá" o mamá, a su "pá" o papá, dice claramente no y a veces lo acompaña de movimientos negativos de la cabeza o de su dedito índice. Cada vez que los miro me siento más afortunada, a veces me emociono al borde de las lágrimas, será amor de madre ;).